martes, 12 de diciembre de 2017

Carta anónima

Querida amiga:

Te mando esta carta porque no quisiera que se filtraran mis sentimientos por la red. No puedo saber si mi portátil, a pesar de tener la última tecnología en antivirus, está infectado con algún gusano o manda directamente mis correos a algún periodista del Bollywood Tabloid. Como puedes ver, ni siquiera he puesto remite para que al llegar la carta a tu casa no levante sospechas. Tan solo figura el apartado de correos que te di hace tiempo para que me escribieras cuando lo necesitaras. Nunca lo has hecho, pero aún espero que esta carta tenga respuesta. 

¿Me has visto por Londres con mi pequeño? No era un respiro del trabajo, como he dicho a los medios, realmente era un respiro de mi matrimonio. No sabes lo que estoy pasando con mi mujer… desde aquello de la chaqueta de cuero, se ha hecho la situación imposible. Ella siempre está discutiendo y la verdad que no la culpo. Busqué amor en brazos de otra, pero yo me engañaba porque no era amor lo que tuvimos. 

Sé que a ti te dolió mucho, creo que incluso más que a ella. Quiero que sepas que también me hace daño verte en las premiers del brazo del esperpento de tu marido. Sin embargo entiendo que no podías esperar toda la vida, pero si tú hubieras chasqueado los dedos, yo hubiera dejado todo atrás. Al fin y al cabo, no se puede mantener un matrimonio sin amor por los hijos; tanto los tuyos como los míos se harán mayores algún día y volarán. Y nosotros estaremos solos a pesar de estar acompañados. ¡Qué mayor soledad que ésa!

Ahora dirás que qué quiero decirte…
Aquel día que te conocí, cuando eras una chiquilla, me caíste mal. (Eso es lo que cuento a todos). Aunque el verdadero motivo por el que me caíste mal fue porque supe que me había equivocado. Por una vez en mi vida, yo que me creía perfecto, me di cuenta que me había equivocado en la elección de mi compañera.

Tan guapa, tan natural, una verdadera artista sin método… Y tus preciosos ojos. Me caí del caballo de lo trastornado que estaba en nuestra primera película. Me descentrabas y nunca antes había tenido ese sentimiento.
¿Pero cómo iba yo a dejar a la que era ya mi única familia? Ahora a mis cincuenta y dos años me repito día a día lo tonto que fui. ¿Y por qué continué si ya entonces me había percatado que el amor de mi vida no era mi esposa? 

En esta carta quiero pedirte que por una vez pienses en ti. ¿Qué notas cuando nos encontramos? ¿Sientes solo cariño o queda algún resquicio de deseo? Yo beso el suelo que tú pisas y te cantaría mil veces y públicamente, para que se sepa:

Tujhe dekha to yeh jaana sanam…
Pyaar hota hai deewana sanam…
 
¿Serás mi Simran? Sabes que yo, tu Raj, aún te estoy esperando con los brazos abiertos.

¡OJO! Aviso al lector que este post es una carta ficticia, obra de: 
Victoria Eugenia Muñoz Solano©

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